Hermetismo en la Masonería

Cuando se habla de Hermetismo, la mente moderna suele irse al Kybalión para intentar entender la la filosofía tradicional de los antiguos egipcios, pero no es más que un texto valioso pero moderno. la realidad es que esta tradición late en el Egipto helenístico, donde el dios egipcio Thoth, el escriba de los dioses, se fusionó con el Hermes griego para dar lugar a Hermes Trismegisto, el "Tres Veces Grande". Esta sabiduría no era un sistema filosófico abstracto, sino un conocimiento vivo, una religión de la mente y el espíritu que impregnaba los misterios de los templos egipcios y que encontraría, siglos después, un eco estructural en la Masonería. 

La realidad del misticimo egipcio y la conexión masónica

La cosmovisión egipcia es fundamental para entender el hermetismo original. Para los sacerdotes del Nilo, el cosmos no era caótico, sino un orden divino (la Maat) que se manifestaba a través de símbolos, números y leyes naturales. El dios Ptah concibió el mundo con el corazón (el pensamiento) y lo creó con la lengua (la palabra). Este acto creativo mediante el verbo es un pilar hermético que resonará poderosamente en la concepción masónica de la Palabra Perdida y el poder del lenguaje sagrado en la logia, entendida como un espacio de creación ordenada.

La figura central de este legado es Tot-Hermes, no como un simple dios, sino como el arquetipo del Maestro Instructor, el Gran Iniciador. Él es el señor de la escritura, la ciencia, la magia y el juicio de los muertos. En la Masonería, este arquetipo se refleja en la figura del Venerable Maestro, quien preside los trabajos con sabiduría y equilibrio, guiando a los hermanos en la búsqueda de la luz. Es el intermediario entre lo divino y lo humano, el que otorga las herramientas para el autoconocimiento.

El objetivo último del Hermetismo egipcio era la deificación del ser humano, no en un sentido literal, sino como una unión consciente con lo divino. El famoso principio "Como es arriba, es abajo" no era sólo una ley de correspondencia, sino una guía para el alma. El hombre (el microcosmos) podía, a través del conocimiento de las leyes universales (el macrocosmos), ascender espiritualmente y trascender su condición mortal. Este es el mismo objetivo que persigue el masón al tallar su piedra bruta: lograr una sintonía consciente con el Gran Arquitecto del Universo, reconstruyendo su propio templo interior.

Los rituales de muerte y renacimiento, tan centrales en la religión egipcia (el viaje de Osiris) y descritos en el "Libro de los Muertos", son el núcleo de la experiencia iniciática hermética. El neófito moría simbólicamente para renacer a un estado de conciencia superior. En la Masonería, este drama se revive de manera poderosa en el ritual de Iniciación al primer grado y en muchos otros grados dentro del Rito Antriguo y Primitivo de Menfis - Mizraim. El candidato experimenta una muerte figurada y un renacimiento a la luz, un viaje que lo conecta directamente con las pruebas del alma en la Duat egipcia, buscando superar la ignorancia para emerger iluminado.

Este conocimiento no era teórico, sino operativo. Las pirámides y los templos egipcios eran laboratorios espirituales donde se se buscaba la conexión con lo divino, con las fuerzas superiores para transformar la propia naturaleza. La Masonería conserva este carácter operativo a través de su metodología. El uso de herramientas arquitectónicas, la geometría sagrada, los movimientos rituales y las palabras de poder no son adornos, sino instrumentos prácticos para labrar la conciencia, tal como un sacerdote egipcio usaba símbolos y rituales para alinearse con la Maat, la sabiduría y orden divinos.

Así, el Hermetismo de raíz egipcia no es una influencia lejana o una mera curiosidad simbólica en la Masonería. Es su sustrato espiritual más profundo. Comprender este vínculo es dejar de ver la Orden como una simple sociedad y reconocerla como un auténtico camino mistérico moderno, heredero de la misma búsqueda que impulsó a los iniciados en los oscuros y sagrados templos del antiguo Egipto: la búsqueda de la luz que disipa las tinieblas, la palabra que da orden al caos, y la inmortalidad consciente como parte del propio destino.