en-us-De Memphis a Misraïm: el linaje ininterrumpido de la flama iniciática
La cadena de los sabios
En un mundo obsesionado con los documentos verificables y los linajes probados,
nosotros, los masones de espíritu egipcio, custodiamos una verdad más profunda:
la de la Tradición Primordial. No nos afanamos por encontrar un papel que
certifique nuestra legitimidad, sino por sentir el latido vivo de una cadena
que se remonta más allá de Salomón, más allá de Hermes, hasta las escuelas de
misterios que florecieron a orillas del Nilo. Los Ritos de Menfs y Mizraim no
son invenciones modernas; son los cauces por los que, contra toda corriente
histórica, ha fluido la fama iniciática de los faraones.
Dos cauces de un mismo río
Mizraim (Egipto en hebreo) y Menfis (la antigua capital del Bajo Egipto)
representan los dos grandes vehículos de esta herencia. El Rito de Misraïm,
estructurado en 90 grados, emerge en Italia en el siglo XVIII como un compendio
enciclopédico de la cábala, la alquimia y el hermetismo. El de Menfs, con sus
95 grados, nace poco después, incorporando elementos orientales. Pero su
esencia es idéntica: ambos se proclaman depositarios de la Ciencia Sagrada
egipcia, transmitida no en libros, sino de iniciado a iniciado.
La ruta oculta del conocimiento
El eslabón histórico es, para el profano, el eslabón perdido. Para nosotros, es
una evidencia interna. La cadena hipotética es tan bella como verosímil: de los
sacerdotes de Menfis y Tebas pasa a la Escuela de Alejandría, donde Filón,
Plotino y los gnósticos bebieron de esa fuente. De allí, a los sabios
bizantinos y árabes que preservaron el hermetismo. Luego, a los caballeros
cruzados y templarios que, en Tierra Santa, entraron en contacto con restos de
la sabiduría oriental. Finalmente, a los rosacruces y alquimistas del
Renacimiento, hasta cristalizar en los altos grados masónicos del siglo XVIII.
La iniciación faraónica
En el Egipto faraónico, el faraón no era un rey divino por derecho sanguíneo,
sino por derecho iniciático. Su coronación era una ceremonia de transfiguración
donde se le conferían los poderes para ser el puente entre los dioses y los
hombres. Los sacerdotes de los templos no eran clérigos en el sentido moderno,
sino científicos del espíritu, astrónomos, médicos e ingenieros que operaban
con las leyes visibles e invisibles del cosmos. Esa concepción del conocimiento
integral y sagrado es el sustrato de todos los grados de Menfis y Misraïm.
La pirámide de grados
La estructura piramidal y multiplicada de los Ritos Egipcios no es una
inflación burocrática. Es un mapa del proceso alquímico de la consciencia. Cada
grado, desde el simbólico hasta los filosóficos y los herméticos, representa
una cámara en la pirámide interior que el iniciado debe explorar. Si los tres
grados azules (Aprendiz, Compañero, maestro) trabajan en la piedra bruta del
carácter, los altos grados egipcios operan en el "cuerpo de luz",
despertando las facultades latentes del ser para alcanzar la Maestría total del
Adepto.
El mito de la transmisión
¿Cómo se sostiene esta cadena ante el escepticismo? No con documentos, sino con
mitos y, sobre todo, con una efectividad transformadora. El mito de la
transmisión es en sí mismo un símbolo: afirma que el conocimiento, como el
fuego de Prometeo, nunca puede ser extinguido. Siempre habrá un grupo, una
fraternidad oculta, una "logia madre" que lo custodie. Los fundadores
de Memphis y Misraïm no "inventaron" nada; reordenaron y dieron forma
moderna a un corpus de símbolos y ritos que ya circulaba en la masonería
hermética de su tiempo, y que ellos afirmaban recibir de fuentes tradicionales
auténticas.
Ser un eslabón vivo
Para el masón que trabaja en un Rito Egipcio, o que simpatiza con su filosofía,
la tarea no es demostrar históricamente su linaje, sino encarnarlo.
Cada vez que estudiamos un símbolo egipcio con profundidad, cada vez que
realizamos un ritual con la consciencia de que sus gestos se remontan a Tebas o
a Menfis, nos convertimos en un eslabón vivo de esa cadena. La legitimidad no
la da un diploma, sino la capacidad de que la tradición nos transforme y, a
través nuestro, transforme el mundo.
La legitimidad de la eficacia espiritual
Frente a la masonería "oficial" que a veces se vuelve burocrática y
social, los Ritos Egipcios representan la insistencia en lo esotérico, en lo
trascendente. Su legitimidad última no reside en un archivo, sino en su poder
para operar cambios en la consciencia del iniciado. Si el ritual egipcio, con
sus dioses, sus símbolos y su estructura, es capaz de abrir las puertas de la
percepción y conectar al hombre con lo Divino, entonces su linaje es auténtico,
pues cumple la misma función que los Misterios en los templos de Isis y Osiris.

